sábado, 23 de octubre de 2010

CAP 2. 71 y Sancho es de tiernas carnes, pero no es nada “masoka”.

Aunque lo de "Sancho Masocaaa..,", depende de la compañia... 



Comentario que pertenece a la Red de Coemntarios Quijotescos que, desde su blog la acequia dirige el profesor Pedro Ojeda Escudero.
Iba el vencido y “avereado” don Quijote con una mezcla de alegría y pesadumbre. Triste por haber sido vencido y alegre por haber descubierto en su escudero un  santo curandero, que por pago de “la voluntad”, o media docena de camisas, movía montañas. Sancho iba triste porque las camisas prometidas por Altisidora no las iba a lucir su frágil cuerpo serrano (discúlpeseme el oxímoron).

Sancho se lamenta por ser “el más desgraciado médico que debe de haber en el mundo”; donde hay “físicos” -médicos- que se “cargan” al paciente, por error en su diagnóstico o por la prescripción de medicación inadecuada y, a pesar de ello, cobran sus abultados honorarios. Sancho, nuestro nuevo y singular galeno, decide que le han de untar las manos o engrasar el gaznate antes de asistir al siguiente enfermo o fallecido; que él lo mismo trata a vivos que a muertos.

Al escuchar don Quijote hablar a su escudero sobre las nuevas tarifas que iba a aplicar en lo sucesivo por los servicios a prestar, le dijo que pusiese precio a los azotes pendientes para el desencantamiento de Dulcinea: a cuartillo de real el azote, acordaron el amo y su mozo, a quien se le abrieron los ojos un palmo, accediendo de muy buena gana. En la forma de pago no hubo desacuerdo: “azótate luego y págate de contado y de tu propia mano, pues tienes dineros míos” le propuso don Quijote al sujeto pasivo (por lo que se verá más adelante) por azotar.

“Llegó la noche esperada de don Quijote con la mayor ansia del mundo, pareciéndole que las ruedas del carro de Apolo habían quebrado”, cenaron tendidos sobre la verde hierba (su color natural) y, sin esperar Sancho a hacer la digestión, “artesanó” un látigo con el cabestro y la jáquima del rucio. Con el tal instrumento torturador se adentró hasta veinte pasos entre unas hayas donde comenzó a flagelarse. Cuando llevaba ocho azotes le pareció muy pesada la burla y el precio por ella muy barato.

-”Prosigue, Sancho amigo, y no desmayes, le dijo don Quijote, que yo doblo la parada del precio.


-“Dese modo -dijo Sancho- ¡a la mano de Dios, y lluevan azotes!

Entonces el muy bribón empezó a azotar a las hayas que le rodeaban, dando unos suspiros que parecía que por ellos se le “escapaba el alma”. Se alarmó don Quijote, pues ya había contado más de mil azotes, y le dijo a Sancho que se tomara el asunto con más reposo, ya que “Zamora no se ganó en una hora”.

Pero a mí me parece que don Quijote temía que Sancho se infringiese tanto daño con aquellos apresurados azotes, que pereciera en el intento; o, se hiriera de gravedad, sin poder ultimar aquel “negocio”: y quedara Dulcinea encantada por los siglos de los siglos.

Salió de nuevo el sol, otra mañana, como hacía milenios que tenía costumbre, y nuestros personajes siguieron su camino. Llegaron a un mesón, que don Quijote no tomó por castillo (mala señal, al dejar de soñar algunos suelen morirse). Se alojaron en una habitación cuyas paredes estaban decoradas con unas pinturas de mala calidad, que parecía las hubiera hecho un pintor como Orbaneja, pintor de Úbeda que cuando le preguntaban qué pintaba contestaba “lo que saliere”. Si pintaba un gallo, escribía debajo “este es gallo, porque no pensasen que era zorra.

Don Quijote le dijo a Sancho que tan malo como el pintor de esas “sargas” debía ser el autor del “falso Quijote”, pues su historia no tenía ni pies ni cabeza.
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El tal de Avellaneda dejó en nuestro ilustre Manco de Lepanto una huella indeleble, no era para menos la "charraná" que le hizo el colega aragonés.

Nota Revulsiva:

Los negocios se alargan (complican) y los días de acortan, y aunque sigo aqui al pie del cañon algunos ratos los fines de semana, no estoy nada satisfecho por no poder atender, como debiera, lo que escriben los demas colegas de la red quijotesca.

Hilar el siguiente Nº de El Espolón me trae de cabeza; ahí andan las colaboraciones desperdigadas pendientes de hilbanar, y  que Ojito Saltón las vaya maquetando. AY! este Ojito, qué berrinches me hace pasar: "s´tá siempre escaqueao".

Me ha llegado esta interesante noticia

Haz clic en el siguiente enlace: Acto a realizar (no a realizar el acto) el día de la visita del Papa de Roma a Barcelona

sábado, 16 de octubre de 2010

Cap 2.70 El asalto de Altisidora a don Quijote

Las últimas semanas tengo problemas en montar la imágenes. Cliqueando se obtiene la imagen: pensé que podía ser una buena Alitisidora con pretensiones hacia don Quijote. (Quién fuera aquí el hidalgo)

Cap 2.70 de don Quijote (Que sigue al sesenta y nueve, al igual que este erótico número siguió al sesenta y ocho).
Comentario que pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos que, desde su blog La Acequia, dirige el profesor Pedro Ojeda Escudero.


No entró Sancho muy conforme esa noche a dormir en el mismo aposento que su amo, pues sabía que don Quijote le daría el “coñazo” a preguntas sin dejarle descansar. Y, en efecto, se cumplieron los peores augurios; añorando el escudero un buen sueño en una choza. Atacó don Quijote con su locuaz artillería a Sancho pidiéndole su parecer sobre el suceso de Altisidora. Sancho no tuvo que pensar mucho la respuesta: “Muriérase ella en hora buena cuanto quisiera y como quisiera -respondió Sancho-, y dejárame a mí en mi casa, pues ni yo la enamoré ni la desdeñé en mi vida. Yo no sé ni puedo pensar cómo sea que la salud de Altisidora, doncella más antojadiza que discreta”.

En este pre- somnus y muerto de sueño se encontraba Sancho que hubo de amenazar a don Quijote para que se callase:” con todo esto, suplico a vuestra merced me deje dormir y no me pregunte más, si no quiere que me arroje por una ventana abajo”. (¡qué suicida este Sancho!) Y vaya si era capaz de cumplirlo, máxime cuando se encontraba inmune al dolor por la anestesia que le supuso el martirio de las mamonas que le hicieran las dueñas.

Ojo al dato (dejó don Quijote de dar la pelma a Sancho): “Durmiéronse los dos, y en este tiempo quiso escribir y dar cuenta Cide hamete (…) qué les movió a los duques a levantar el edificio de la máquina referida”. Resulta que el rencoroso bachiller Sansón Carrasco no había podido olvidar la humillación por el vencimiento que le infringió don Quijote, no cesando en su empeño hasta tener un nuevo duelo con el romántico caballero. Coincidencias del destino llevaron al bachiller Carrasco a encontrar por los caminos a un siervo de los duques que estaba al tanto de todas las peripecias ocurridas con don Quijote y Sancho en casa de su señor. Visitó el bachiller a los duques informándoles de su propósito; ellos le dijeron que, lo venciese o no, les diera cuenta del suceso. Llegó Sansón ante don Quijote, vióle y vencióle; hazaña de la cual informó a los duques, tal como les hubo prometido. Agregando que le hizo dar palabra a don Quijote de que, en caso de caer vencido, como así fue, se volvería a su aldea hasta un año; tiempo suficiente para recapacitar y alejarse de las locuras caballerescas.

Poco duraría a don Quijote el sueño con que empieza el fragmento anterior: “Los cuales, el uno durmiendo a sueño suelto, y el otro velando a pensamientos desatados, les tomó el día y la gana de levantarse”. Ya me extrañaba que se durmiera don Quijote al unísono de Sancho, como antes leímos.

Estando no muy descansado don Quijote por la vigilia referida, aún en su aposento, se presentó allí Altisidora, vestida de pasarela, de sopetón. A don Quijote parecióle una violadora que, tal vez, fuese a abusar de él. No es para menos la reacción del hidalgo:” con cuya presencia turbado y confuso, se encogió y cubrió casi todo con las sábanas y colchas de la cama, muda la lengua, sin que acertase a hacerle cortesía ninguna”. Tomó asiento Altisidora en una silla junto a don Quijote y empezó a reprocharle que estuvo a punto de morir, o que murió por poco tiempo, por el desdén que le demostraba. Sancho la interrumpió preguntándole que cómo era el infierno, ya que ese tipo de muertes se pagan con el fuego eterno. Ella le contestó que no llegó a entrar, que quedó a la puertas, desde donde pudo ver a una banda de diablos jugando al fútbol (no, creo que fue al golf o al hokey ilustrado, porque golpeaban a libros con unas palas: olimpiadas diablunas en todo caso). Y resultó que, uno de los libros, era el Don Quijote de Avellaneda; entonces un demonio cabecilla dictó que lo arrojaran a los más profundo del infierno: donde arden los peores herejes que en el mundo han sido. Ësta era la consideración que Cervantes tenía del citado libro. Y, para despejar dudas, le hace decir a don Quijote: “No hay otro yo en el mundo”.

Acabada la descripción del infierno, Altisidora renovó a don Quijote su profesado amor. Éste intentó desengañarla expresando que su único amor era Dulcinea. Entonces, desairada e iracunda la chica le soltó al caballero una sarta de “verdades” que dejó desarmado a don Quijote: “ -¡Vive el Señor, don bacallao, alma de almirez, cuesco de dátil, más terco y duro que villano rogado cuando tiene la suya sobre el hito, que si arremeto a vos, que os tengo de sacar los ojos! ¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos, que yo me he muerto por vos?”

martes, 12 de octubre de 2010

¿QUIÉN FORMATEA NUESTRAS MENTES? (I)




¿QUIÉN FORMATEA NUESTRAS MENTES? (Yo para ser feliz quiero consumir)


Hemos dejado que instalen en nuestra mente un software que sólo da luz verde –permiso de paso- a todo lo frívolo e insustancial, huero y estéril que nos acompaña en el mundo. Este programa, que nos han instalado casi sin que nos demos cuenta, nos impide procesar y distinguir lo que es realmente valioso ( los contenidos de enjundia, de nutritivo contenido) de lo que no lo es, de lo frívolo.

¿QUIÉN HA INSTALADO ESTE PROGRAMA EN NUESTRO CEREBRO?

Sin duda, personas y entidades que poseen poder para hacerlo; y que intervienen al unísono, de forma orquestada, con alevosía y premeditación para conseguir sus fines, que no son otros sino los de anular la capacidad de reflexión de la sociedad, conseguir su atontamiento y desorientación; aplicando el viejo axioma romano de “al pueblo pan y circo”: barriga llena y frivolidades por doquier. Los responsables de la maquiavélica hazaña de instaurar en nuestra descansada materia gris el susodicho “software” son nuestros viejos conocidos -amigos poderosos de siempre: el poder económico; el poder de algunos, cada vez más, medios de comunicación; y ambos contando con la colaboración estelar del poder político, participación de este poder que participa sobre todo por omisión, por no hacer nada por evitarlo (por no regular contenidos y programaciones nocivos para nuestra salud mental), por ser cómplice, encubridor y colaborador necesario: por su más que sospechoso silencio.

                                                                                                  (Continuará...)
NOTA REVULSIVA:

En un principio no pensaba publicar en este revulsivo este texto, pues va destinado para el siguiente Nº de Espolón. Pero pensé: "luego me sale muy largo y no hay quien se lo trague".
Quiero redactar un par de folios y para ello tengo ya el borrador (bien emborronado) casi acabado. Quizás hasta el fin de semana no pueda escribir más, pero bueno, como me dice Óscar, esto lo hacemos por afición y un poco por ocio, y no vamos a agobiarnos por ello; bastante agobiados estamos ya con el laburo que nos da de comer.

Disculpadme los colegas del Club de Lectura del Quijote, con Pedro Ojeda a la cabeza,  que esta semana no haya publicado. 

sábado, 2 de octubre de 2010

CAP 2. 69 Las torturas a Sancho: medicina santa

"La voz a ti debida" (Salinas 1933) y "Las aguas del olvido" (Aguilera 2.030)

Comentario que pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos que desde su blog La Acequia  dirige nuestro  retratista preferido,  el profesor Pedro Ojeda Escudero


“APEÁRONSE los de a caballo, y, junto con los de a pie, tomando en peso y arrebatadamente a Sancho y a don Quijote, los entraron en el patio…”, fueron seis fornidos lacayos de los duques los que hubieron de meter a rastras a Sancho dentro de la plaza. A don Quijote, un solo sirviente esmirriado lo tomó en brazos y lo sentó junto a Sancho.

Habían preparado los duques en aquel patio o plaza interior un escenario con su correspondiente patio de butacas, donde se iba a representar “la muerte y resurrección de Altisidora”, la cual se encontraba en el centro del recinto fingiendo estar muerta de amor por desdén de don Quijote , tumbada sobre un túmulo funerario. Resucitó (no a los tres días) o “rebulló” de dolerle el lomo por estar tanto rato “supina”.

Allí sentaron a nuestra asustada pareja, proyecto de pastores en declive, y les ordenaron que no abrieran el pico en tanto se celebraba la ceremonia: “Salió, en esto, de través un ministro, y, llegándose a Sancho, le echó una ropa de bocací negro encima, toda pintada con llamas de fuego, y, quitándole la caperuza, le puso en la cabeza una coroza, al modo de las que sacan los penitenciados por el Santo Oficio”

Se rió relajadamente don Quijote de Sancho –lo que da a entender que era consciente de que aquella representación se titulaba “Las bromas de los duques II Parte”- al verlo disfrazado de tal guisa. “Comenzó, en esto, a salir, al parecer, debajo del túmulo un son sumiso y agradable de flautas, que, por no ser impedido de alguna humana voz, porque en aquel sitio el mesmo silencio guardaba silencio a sí mismo” (silencio al cuadrado= vapor de cementerio). Se dejó ver un muchacho vestido a lo romano y acompañado de un arpa quien, con delicada voz, cantó un par de estancias, poemas de los más bellos que contiene El Quijote; en parte por ser plagio de la III Égloga -2ª estrofa- , de Garcilaso. También "uno del 27" puso título a un poemario suyo.
El último verso, asimismo, es muy adecuado para título de un libro de memorias: “las aguas del olvido”, que no descartaría un revulsivo servidor intitular las suyas si la vida autónoma y la edad le conceden permiso.

De pronto alzó una profunda y poderosa voz un personaje que dijo llamarse Radamanto, hermano de Minos, quien prescribió la receta para la resurrección de Altisidora:”¡Ea, ministros de esta casa, altos y bajos, grandes y chicos, acudid unos tras otros y sellad el rostro de Sancho con veinte y cuatro mamonas, y doce pellizcos y seis alfilerazos [en] brazos y lomos, que en esta ceremonia consiste la salud de Altisidora!“.

De ninguna manera estaba dispuesto Sancho a que aquella prescripción se llevara a cabo a costa del dolor de sus carnes. Y menos que le cachetearan dueñas, con la aversión y misoginia que le tenía él a este género de individuas. Tuvo que rogarle don Quijote a Sancho para que accediera, ya que en ello podía irle al excaballero un más rápido desencanto de Dulcinea: las carnes de Sancho, medicinales.

ÑIÑA QUE HABLÓ ANTE LA O.N.U.