domingo, 26 de septiembre de 2010

CAP 2.68 Don Quijote, cual leña del árbol caído.


Castigo de Dios (como le pasó a María de la O), pensó don Quijote que fue aquel porcino atropello; pues a un caballero andante vencido es normal se le presenten y padezca todas las desgracias de La Tierra y del empíreo.

CAP 2.68 Don Quijote, leña del árbol caído
(Enlaces en azul)
Comentario que pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos dirigidos desde La Acequia por el profesor Pedro Ojeda Escudero

De “cerdosa aventura” califica Cide Hamete la que sucede en el presente capítulo.

Más apropiado sería declararla como “puerca desventura”, pues lo que sucedió a don Quijote no se le desea como maldición ni al peor enemigo. “Comido de lobos…” deseó don Quijote a Sancho por no azotar sus enjundiosas carnes; “atropellado de puercos” acabó don Quijote, que no es situación más benévola que la deseada a Sancho. ¿Por qué se ensaña Cervantes con su criatura? ¿Por qué quiere hacer leña del árbol caído?

“Era la noche algo escura...”, aunque había luna en el cielo, porque la señora Diana se había “pirao de botellón”, dado que la suavidad de la noche invitaba a pasarla de “fiestorro” con los otros crápulas demiurgos. Don Quijote durmió poco tiempo, y contemplaba cómo Sancho hacía vibrar los carrillos de la cara al expulsar las exhalaciones de sus ronquidos.

Don Quijote, no pudiendo soportar más aquellos soporíferos bramidos que producía Sancho al dormir, se decidió por despertarlo y darle el sermón de la, todavía no llegada, mañana: “Maravillado estoy, Sancho, de la libertad de tu condición: yo imagino que eres hecho de mármol, o de duro bronce, en quien no cabe movimiento ni sentimiento alguno. Yo velo cuando tú duermes, yo lloro cuando cantas, yo me desmayo de ayuno cuanto tú estás perezoso y desalentado de puro harto. De buenos criados es conllevar las penas de sus señores y sentir sus sentimientos, por el bien parecer siquiera. Mira la serenidad desta noche, la soledad en que estamos, que nos convida a entremeter alguna vigilia entre nuestro sueño. Levántate, por tu vida, y desvíate algún trecho de aquí, y con buen ánimo y denuedo agradecido date trecientos o cuatrocientos azotes a buena cuenta de los del desencanto de Dulcinea.

Llegándole a rogar incluso (reconversión innecesaria: Dulcinea-labradora más adecuada para el pastoreo que Dulcinea-pija de la jet):” y esto rogando te lo suplico, que no quiero venir contigo a los brazos, como la otra vez, porque sé que los tienes pesados

Un señor hidalgo, como don Quijote lo era, pidiendo mercedes a su sirviente. ¡Cómo han cambiado los tiempos! Antaño, en la Primera Parte, el amo propinaba algún que otro palitrocazo y coscorrón a Sancho. Ahora reconoce la superioridad de los brazos de su exescudero (siendo él ahora excaballero andante), porque fue vencido de ellos comprobando que los tiene “pesados”.

Le reprocha don Quijote a Sancho que sea tan desagradecido , con la de favores que de él había recibido: “Por mí te has visto gobernador, y por mí te vees con esperanzas propincuas de ser conde, o tener otro título equivalente, y no tardará el cumplimiento de ellas más de cuanto tarde en pasar este año; que yo post tenebras spero luce” (Bonito “palabro” este de “propincua”)

Le responde Sancho que no entiende el latinajo; tras lo cual compone y trasmite una loa al sueño que deja perplejo al amo: “sólo entiendo que, en tanto que duermo, ni tengo temor, ni esperanza, ni trabajo ni gloria; y bien haya el que inventó el sueño, capa que cubre todos los humanos pensamientos, manjar que quita la hambre, agua que ahuyenta la sed, fuego que calienta el frío, frío que templa el ardor, y, finalmente, moneda general con que todas las cosas se compran, balanza y peso que iguala al pastor con el rey y al simple con el discreto. Sola una cosa tiene mala el sueño, según he oído decir, y es que se parece a la muerte, pues de un dormido a un muerto hay muy poca diferencia.” (la viva imagen de la muerte hemos visto todos, a veces, en quien duerme).

Ni don Quijote en sus mejores momentos de retórica oratoria, tal vez, no igualara la altura léxica y metafórica que Sancho aquí derrama. “No con quien naces, sino con quien paces”, añadió don Quijote, para anotarse un tanto y salir airoso del lance al que Sancho le había llevado.

“En esto estaban, cuando sintieron un sordo estruendo y un áspero ruido….” (yo diría sonoro o ensordecedor estruendo, que supongo quiere decir la expresión), cuando se les acercó una piara de más de seiscientos  que a una feria de ganados llevaban a vender, arrollándolos y pisoteándolos desaforadamente, sin respetar la autoridad de don Quijote ni la sencillez de Sancho; que El Cerdo no respeta ni a nobles ni a plebeyos.

Castigo de Dios (como le pasó a María de la O), pensó don Quijote que fue aquel porcino atropello; pues a un caballero andante vencido es normal se le presenten y padezca todas las desgracias de La Tierra y del empíreo.

Finalmente fueron apresados amo y criado por una troupe que los condujo hacia un castillo conocido por ellos

Revulsiva Nota:

Llego tarde, pero lo importante es llegar

domingo, 19 de septiembre de 2010

CAP 2.67 Don Quijote bucólico en "locus amoenus"


Para escuchar cómo don Quijote pide a Sancho que vaya con él a recoger una borregona que quedó atrapada en unos riscos Clic aquí (ya sé que repito la audición de este "diálogo profundo de la Hostia", pero me gusta: estuve años escuchando cómo hablaban así los cabreros de la sierra)

Comentario que pertenece a la Red  de Comentarios Quijotescos que dirige desde su blog  La Acequia el profesor Pedro Ojeda Escudero.

cap 2.67 (enlaces en azul)
Aunque don Quijote en este capítulo hace proyectos de dedicarse a la vida pastoril durante el año de paro “caballeril” forzoso que le ha impuesto el de la Blanca Luna por haber perdido el torneo contra él; lo que no piensa, desde luego, cambiar para su nueva vida es de amada (por no tener con ella aún problemas de convivencia), y menos el nombre de ella, pues el de Dulcinea es adecuado igual para ser princesa como para ordeñar ovejas.

Lo que le fatigaba las “mientes” a don Quijote, y verdadera y seriamente le hería el espíritu, es la indolencia de su escudero. Si Sancho tenía en ayuno sus posaderas de los miles de azotes que el mago Merlín le hubo recetado en la Cueva de Montesinos para el desencantamiento de Dulcinea, debía ser porque NO quería bien a su amo: el desasosiego se había instalado en el alma de don Quijote dado que “como moscas a la miel le acudían y picaban pensamientos...”. (Y ¿qué más le da ahora a don Quijote que su Dulcinea esté encantada en labradora? Qué mejor que una dura y aclimatada labradora para ordeñar ovejas).

Por mucha preocupación y fidelidad que don Quijote mostrara por su amada Dulcinea, tampoco se olvidaba de los requiebros y muestras de amor que le expresara la entregada Altisidora. Y no pudiendo reprimir más su curiosidad varonil (o de “macho varas”) le preguntó a su escudero:
“¿preguntaste a ese Tosilos que dices qué ha hecho Dios de Altisidora: si ha llorado mi ausencia, o si ha dejado ya en las manos del olvido los enamorados pensamientos que en mi presencia la fatigaban?”
(En aquellos tiempos no existirían naturalistas-vegetarianos: pero a nadie -ni a don Quijote- “le amargaría un dulce”

-¿Desde luego amo, no sé cómo puede usted pensar en esas frivolidades con los problemas que tenemos ahora?: Le contestaría Sancho.

Y, para finalizar, pondré un enlace que el superprofe P.O.E me ha puesto a óvulo, dado que explica al dedillo uno de los pasajes más bellos que Cervantes ha escrito: locus amoenus

locus amoenus (lugar agradable). Deriva de Teócrito y de Virgilio y tuvo un gran desarrollo en nuestra poesía bucólica de la Edad de Oro. La descripción del paisaje tiene las mismas características: prados verdes, riachuelos cristalinos, pájaros cantando, árboles con deleitosa sombra. No importa la precisión geográfica, sólo que sea el marco ideal para el amor. Garcilaso y Jorge de Montemayor son buenos exponentes en el uso magistral de este tópico.

"nos andaremos por los montes, por las selvas y por los prados, cantando aquí, endechando allí, bebiendo de los líquidos cristales de las fuentes, o ya de los limpios arroyuelos, o de los caudalosos ríos. Daránnos con abundantísima mano de su dulcísimo fruto las encinas, asiento los troncos de los durísimos alcornoques, sombra los sauces, olor las rosas, alfombras de mil colores matizadas los estendidos prados, aliento el aire claro y puro, luz la luna y las estrellas, a pesar de la escuridad de la noche..."

Cervantes nunca se entretuvo en describir, con todo lujo de detalles (palacios, ventas etc),  los espacios cerrados; pero cuando sale al campo, al aire libre, se luce, explaya y  lo goza al máximo.

sábado, 11 de septiembre de 2010

CAP 2.66 Crecimiento (¿y engorde?) de Sancho:


Este comentario pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos que desde su blog La Acequia dirige el profesor Pedro Ojeda Escudero.
(Enlaces en azul, menos éste)

Al salir de Barcelona (al final leemos cómo Riquer es relevado por sus discípulos Blecua y Rico. ¿A quién de los dos valora más nuestro profe P.O.E., tal vez pregunta comprometida) miró don Quijote el sitio donde cayó vencido y empezó a lamentarse por su mala suerte, mala ventura o mala Fortuna. Sancho le respondió a su amo que la tal Fortuna era una mujer beoda y caprichosa, pero sobre todo ciega; que sin pasar por oculista, “no ve lo que hace, ni a quien derriba ni a quien ensalza”.

Quedó don Quijote admirado de la inteligente elocuencia de su escudero, por ello le habló en estos términos: -Muy filósofo estás, Sancho -respondió don Quijote-, muy a lo discreto hablas: no sé quién te lo enseña. Lo que te sé decir es que no hay fortuna en el mundo, ni las cosas que en él suceden, buenas o malas que sean, vienen acaso, sino por particular providencia de los cielos, y de aquí viene lo que suele decirse: que cada uno es artífice de su ventura".

Tratamiento de filósofo dio don Quijote a Sancho, como persona que sabe y ama el saber. A pesar de decirle, con cierto menosprecio, al final del capítulo, cuando Sancho acepta la invitación de Tosilos a degustar unas “rajas” de Tronchón y beber unos tragos de “lo caro” (buen vino) que, “tú eres, Sancho, el mayor glotón del mundo y el mayor ignorante de la tierra, pues no te persuades que este correo es encantado, y este Tosilos contrahecho. Quédate con él y hártate, que yo me iré adelante poco a poco, esperándote a que vengas”.

¿Cómo puede Sancho ser un buen filósofo y, al mismo tiempo, ser el mayor glotón del mundo sin contradecir las leyes "rocinantinas" y de Caballería? Don Quijote, por ese motivo, no comía pan a manteles (no olvidemos que antes de ser ordenado Caballero Andante, según se nos cuenta en el capítulo 1.1, gozaba de un menú semanal variado: “ Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos”) ni sin manteles, mayormente no por la disponibilidad de manteles, sino por la ausencia de condumio.

Finalmente, y después de saciar los apetitos carnales culinarios a costa de las alforjas de Tosilos, éste continuó su viaje a Barcelona donde los duques de correo lo habían mandado, y Sancho se reunió con su amo que en ayuno pertinaz, a la sombra de un árbol le estaba esperando

Revulsiva Nota:
 
 Hoy y ahora es el día (sábado) y la hora (20:38) habitual en los cuales acostumbro -no hay otra hora ni otro día disponibles-  a publicar mi comentario semanal al capítulo del Quijote.
Sé que llevo unas semanas con poca participación en el Foro de La Acequia y en los blogs correspondientes de los tertulianos afines al fin quijotesco.
Este fracaso (que siempre sea el mejor de los posibles, como dijera Steiner, y yo perogrulladamente repito) que no es nuevo, sino que se repite periódicamente por este revulsivo lugar, tiene muy difícil solución, dado que este revulsivo servidor por pacto de Estado, no dispone de "La Internet" en casa.
Pero, aunque tuviera dicha conexión, no creo que cuando arribase cada noche después del viaje diario por lo ancho y largo de Vandalia,  pudiera conectarsee: unos churumbeles y dos tetas tiran más que dos carretas (Espero que mi Mildred no lea esta expresión. Risas sonoras).

Los comentarios que publicáis en vuestros respectivos blogs viajan conmigo cada día vaya por donde vaya y, a la hora del café, copa y Quijote, en el restaurante de turno, os leo con toda la pasión que permite un estómago bien lleno, como gusta a Sancho tener, paradójicamente filosófico ultimamente (por lo de glotón, que le dijera don Quijote).

lunes, 6 de septiembre de 2010

CAP 2.65 “Volveré a mis honrados ejercicios”

                       Todas las noches se acercaba un zorrito a compartir la cena con nosotros.

Comentario serrano que pertenece al grupo de lectura del Quijote que dirige desde La Acequia el profesor Pedro Ojeda Escudero.

Capítulo 2.65

Capítulo en el que Sansón Carrasco se quita la máscara de caballero de la Blanca Luna. Se nos informa sobre los seis días que estuvo don Quijote convaleciente guardando cama; y del resultado de la liberación de don Gregorio.

Estaba don Antonio Moreno ansioso por descubrir la identidad del caballero de la Blanca Luna, por ello le siguió por las calles de Barcelona acompañado de una tropa de muchachotes; hasta que, el del albo astro, no tuvo más remedio que comunicarles que bajo aquella máscara se ocultaba el bachiller Sansón Carrasco, Vecino del “lugar” (de cuyo nombre nadie se acuerda) o aldea de don Quijote; y que, por la gran lástima que le tenía (él el que más), al haber perdido el juicio “un hombre que le tenía bonísimo”, hacía tres meses que salió en su busca para, después de negociar las condiciones para su vuelta, retarle, vencerle y retornarle a su “lugar” de La Mancha (que tendrá premio el que su nombre “averigüaye”) durante, al menos, un año; tiempo suficiente para que el hidalgo recobrase el juicio.

No estaba de acuerdo don Antonio con los principios “altruistas” que movían al bachiller, pues con ellos infringiría un gran perjuicio a la humanidad:

"-¡Oh señor -dijo don Antonio-, Dios os perdone el agravio que habéis hecho a todo el mundo en querer volver cuerdo al más gracioso loco que hay en él! ¿No veis, señor, que no podrá llegar el provecho que cause la cordura de don Quijote a lo que llega el gusto que da con sus desvaríos? (...)
“Porque con su salud no solamente perdemos sus gracias, sino las de Sancho Panza, su escudero, que cualquiera dellas puede volver a alegrar a la misma melancolía”.

Tuvo don Quijote que descansar durante seis días en cama (por llevarle la contraria al que “trabajó” durante seis días y al séptimo descansó) los cuales estuvo triste, pensativo y ojeroso. Se esforzaba Sancho en consolarle, haciéndole ver que quien más perdía con aquella derrota era él, no pudiendo ya aspirar a ser conde.

A su vez, don Quijote animaba a Sancho, diciéndole que su reclusión y retirada no habían de pasar de un año, después del cual -sentenció- “Volveré a mis honrados ejercicios”. No ha de extrañarnos este aserto de don Quijote, pues ha muchos capítulos que nos dijo: “Caballero andante soy y caballero andante he de morir”

En esta conversación estaban caballero y escudero, cuando entró don Antonio a darles la buena nueva de la liberación y llegada del renegado y don Gregorio. Salió Ricote y su hija Ana Félix a recibirlos. Ella no abrazó a su amado don Gregorio porque, según el verdadero autor de esta historia, “donde hay mucho amor no suele haber demasiada desenvoltura” (mírame, pero no me toques). “El silencio fue allí el que habló por los dos amantes, y los ojos fueron las lenguas que descubrieron sus alegres y honestos pensamientos” (Regla de oro para el buen funcionamiento de la pareja, que deberíamos aplicarnos las comunes de las mortales parejas: “María, el silencio éste con el que me estás obsequiando durante media hora es maravilloso, no lo rompas aún”. Creo que fue de Carlos Fuentes de quien escuché que, sólo en compañía de un par de amigos muy íntimos, se podía permitir el lujo de intercalar unos largos silencios durante una conversación , a veces de más de diez minutos).

Acaba el capítulo con la promesa hecha por don Antonio a Ricote, hija y yerno, de llevar su caso a la corte para que lo revisaran y anularan su expulsión, ya que ellos, aunque de ascendencia morisca, ahora eran más cristianos que el primero y más “güenos quel pan”. Difícil misión la que se proponía don Antonio, sobretodo leyendo la descripción que de don Bernardino de Velasco, conde de Salazar, a quién dio su Majestad poderes para la expulsión de los moriscos, hace Cervantes de quien dice que con él “no valen ruegos, no promesas, no dádivas, no lástimas”.

Revulsiva Nota:
 
He podido, durante mis cuatro días Namá, en la Sierra de Cazorla leer y, sobretodo, escuchar (porque al mismo tiempo que se escucha se anda y se desengrasa) el capítulo que nos ocupa. Tomé algunas notas, y esta tarde finalmente he podido redactar mi comentario (son las 20:33), la hora que da mi blog es errónea.
 
El Quijote tiene la virtud de adaptarse a todos los terrenos: es compatible con la ciudad y todo el barullo que conlleva; con el campo de olivos o de trigo; o con una sierra "andurreada" por cabras o jabalíes.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Retirado del mundanal ruído

Estimados amigos:

En asamblea extrordinaria de todo el clan familiar de los que habitamos bajo el mismo techo, hemos decidido no trabajar más el resto que nos queda de semana, e irnos a descansar, como lo hacemos desde hace ya tantos años por estas fechas, a la Sierra de Cazorla . La difícil decisión ha sido tomada, un poco, a la fuerza,  impuesta por la circunstancia de que se celebra en Priego de Córdoba  la Feria Real (Fiestas obligan). Y cómo lo único que nos gusta de la feria a mi Santa y a un servidor es el choto al ajillo en alguna caseta del Real, hemos pensado que, sólo por esa debilidad, no es cosa de perder toda una semana. Por ello nos hemos pronunciado, sin ningún voto en contra, a favor de largarnos a Cazorla donde, si no encontramos choto, tomaremos "venao". (21:30 Hr del martes 31 de Agosto).

Bajo a recoger algunos bártulos (El Quijote, bloc de notas, MP3 "paescuchar también El Quijote por entre los pinos, cámara de foticos...) para el viaje.


Si me da tiempo monto alguna fotico.....



Junto a este Puente de las Herrerías, sobre el Guadalquivir, está el camping donde nos apalancamos.


Cabaña donde dormiremos el sueño serrano rodeados de ciervos, jabalíes y otras buenas personas.


Laguna de Valdeazores, junto al nacimiento del Río Borosa; virgen como la madre que lo parió. Contemplando este entorno no se puede creer en un Cielo más placentero.
La ruta completa la recorrimos hace unos años, son casi 20 Km, a patitas, claro (ya no está uno pa esos trotes) 


Espero publicar el lunes mi comentario al Quijote.


ÑIÑA QUE HABLÓ ANTE LA O.N.U.