sábado, 26 de diciembre de 2009

CAP. 2.29 DE DON QUIJOTE: "YO NO PUEDO MÁS"



                                                 Ilustración de José Guadalupe Posada
CAP 2.29

Este comentario pertenece a la Red de Comentarios Quijotescos, que desde su blog La Acequia dirige el, en estas fechas navideñas adepto al de Rute, nuestro querido profesor Pedro Ojeda Escudero.


Después que don Quijote hubo aplicado unas cataplasmas sobre los lomos apaleados de Sancho, por los ciudadanos del rebuzno (que no alcanzo a entender cómo estos rebuznadores no le nombraron Hermano mayor de la Cofradía Borriquera de la aldea del rebuzno: nadie lo hizo mejor que Sancho, que hizo temblar aquellos valles), abandonaron la alameda y estuvieron andurreando un par de días hasta que llegaron al río Ebro: “y el verle fue de gran gusto a don Quijote, porque contempló y miró en él la amenidad de sus riberas, la claridad de sus aguas, el sosiego de su curso y la abundancia de sus líquidos cristales”. (Sin un botecico siquiera de “Mistol” flotando en sus aguas)

Había en la orilla una pequeña embarcación atada a un árbol, y le entró ganas a don Quijote de subir en ella, quizás pensando que sería una góndola veneciana: tanto le habían cautivado aquellas aguas, que le pusieron “romanticón”. Pero no era góndola...,  sino que al parecer don Quijote buscaba allí algún caballero secuestrado por malandrines de diverso pelaje. Mandó a Sancho desmontar del rucio y atarlo junto a Rocinante en un sauce de la orilla: “Has de saber, Sancho, que este barco que aquí está, derechamente y sin poder ser otra cosa en contrario, me está llamando y convidando a que entre en él, y vaya en él a dar socorro a algún caballero, o a otra necesitada y principal persona, que debe de estar puesta en alguna grande cuita, porque éste es estilo de los libros de las historias caballerescas “.

Cervantes hace un remedo, con el asunto de la barca, del libro de Palmerín de Inglaterra (eso dice al menos Martín de Riquer. Que yo ese libro tan raro no lo he leído): Palmerín de Inglaterra
Ordena don Quijote a su escudero levar anclas, y de esta forma empiezan a navegar. Sancho le hace unas observaciones al amo:” quiero advertir a vuestra merced que a mí me parece que este tal barco no es de los encantados, sino de algunos pescadores deste río, porque en él se pescan las mejores sabogas del mundo.”

¡Pero bueno…!, ¿cuándo ha estado Sancho anteriormente en este río?, el “ tío” sabe de quién es el barco y la calidad del pescado que se “pesca”. Pues yo creo que hemos “pescado” a Cervantes en un desliz (aunque no amoroso, ya estaba viejillo).

Se van alejando de la orilla, y en esto que:  ” El rucio rebuzna, condolido de nuestra ausencia, y Rocinante procura ponerse en libertad para arrojarse tras nosotros. ¡Oh carísimos amigos, quedaos en paz, y la locura que nos aparta de vosotros, convertida en desengaño, nos vuelva a vuestra presencia. Y en esto, comenzó a llorar tan amargamente que don Quijote, mohíno y colérico, le dijo:-¿De qué temes, cobarde criatura? ¿De qué lloras, corazón de mantequillas? ¿Quién te persigue, o quién te acosa, ánimo de ratón casero?”

Sancho llora de nuevo –tiene el corazón de mantequilla-, nos ha salido llorón, como el sauce donde han dejado atados los equinos. La última vez fue cuando don Quijote le lía la “bulla” por lamentarse de su vida junto a él y sin cobrar un chavo.

Continúan el periplo por el río, y ahí que va don Quijote todo entusiasmado contándole a Sancho sus conocimientos de marinería: que si tuviera astrolabio le diría los cientos de millas que llevaban ya recorridos, que poco le faltaría para llegar a la línea equinoccial:
. “Mucho -replicó don Quijote-, porque de trecientos y sesenta grados que contiene el globo, del agua y de la tierra, según el cómputo de Ptolomeo, que fue el mayor cosmógrafo que se sabe, la mitad habremos caminado, llegando a la línea que he dicho. -Por Dios -dijo Sancho-, que vuesa merced me trae por testigo de lo que dice a una gentil persona, puto y gafo, con la añadidura de meón, o meo, o no sé cómo. (...)
y no te cures de otra, que tú no sabes qué cosa sean coluros, líneas, paralelos, zodíacos, clíticas, polos, solsticios, equinocios, -fol. 112v- planetas, signos, puntos, medidas, de que se compone la esfera celeste y terrestre.

Ahora es Cervantes el que despliega sus conocimientos marineros: no en balde estuvo buenas temporadas embarcado recorriendo esos mares de dios (recuerdo cómo Delibes hizo lo propio en el primer cap. del Hereje. Se le notó bien, al paisano de nuestro Profe, que hizo la mili en La Marina; pero, ¡qué “cansino” se puso!, menos mal que luego lo enmendó con rebaños de ovejas y herejes a la brasa)

Lo de la la línea equinoccial, dice don Quijote a Sancho, se nota porque se mueren los piojos que abrigas en tu cuerpo. Le manda que se toque para comprobar si le quedan piojos:
”Tentóse Sancho, y, llegando con la mano bonitamente y con tiento hacia la corva izquierda, alzó la cabeza y miró a su amo, y dijo: -O la experiencia es falsa, o no hemos llegado adonde vuesa merced dice, ni con muchas leguas.
 -Pues ¿qué? -preguntó don Quijote-, ¿has topado algo? -¡Y aun algos! -respondió Sancho.
Y, sacudiéndose los dedos, se lavó toda la mano en el río,”.

Aquellos nidos de piojos en las corvas, y seguro que en otros sitios no especificados, demostraban a Sancho que su amo no llevaba razón. Que la barcaza aquella no era conducida por “Fernando Alonso”.

De repente, avista don Quijote en mitad del río una aceña (como donde nació El Lazarillo), la cual confunde con castillo o fortaleza. Se dirige directamente hacia ella para liberar a los posibles caballeros, dueños del barco en el que navega. Como los molineros, todo enharinados, les ven venir derechos a las ruedas del molino, agarran unas largas varas con las que pretenden frenar el navío ; lo frenan y lo vuelcan; y allá que van nuestros dos amigos “al agua patos”:
 “pero vínole bien a don Quijote, que sabía nadar como un ganso, aunque el peso de las armas le llevó al fondo dos veces; y si no fuera por los molineros, que se arrojaron al agua y los sacaron como en peso a entrambos, allí había sido Troya para los dos.”

Finalmente, los pescadores, piden daños y perjuicios a don Quijote, quién no tiene problemas en pagar cincuenta reales por el destrozo del navío, aunque Sancho sí engurruñe el entrecejo, y le duele como si le arrancaran los cincuenta reales de los hígados. A este paso no quedaría ni un chavo para él, ¡ cualquiera aguantaría luego a su Teresa Cascajo!.

Don Quijote echa la culpa de su fracasada aventura, una vez más, a los encantadores. Se siente derrotado y sin fuerzas. Exhala una expresión que no es más que el eco de la que piensa, siente y sufre un resignado Cervantes,  por el deterioro de su arquitectura física, a la edad en que escribe este pasaje: YO NO PUEDO MÁS.

En los siguientes capítulos veremos cómo nuestro ilustre Hidalgo levanta los ánimos por derroteros nunca transitados..., y en casa de los Duques.

REVULSIVA NOTA

Ya se marchó en minino de mi post anterior y pude acabar (la siesta) el inventario y el 5º Espolón.
En breve os lo haré llegar a los asiduos. Si alguien más quiere que se lo remita a 0 Euros de costo que lo diga, y si no que calle para siempre.

¡Qué haría yo sin vosotros!!

QUE SIGA LA FIESTA

martes, 22 de diciembre de 2009

FELICES FIESTAS AMIGOS



Mi amigo Carlos Alberto, sabedor de mi pasiòn quijotesca, me felicita con la postal que os muestro (gracias amigo).  Yo aprovecho la ocasión para felicitaros con ella (hacer economía es importante):

   También os invito a visitar la interesante colección de Quijotes que muestra en su blog mi cuate Juan T. LLamas "De Sin Tierra".

                        FELICES FIESTAS A TODOS



sábado, 19 de diciembre de 2009

FRACASAR MEJOR (II)



¡¡MINI!! state quietesico que me vanaver los colegas lectores del Quijote. ¡Questoy con el inventario del negoooocio!.

Antonio Aguilera dijo (en el blog La Acequia)


PEDRO: (escribo tu nombre con mayúsculas porque estoy serio)

Siento no poder comentar esta semana el cap. correspondiente del Quijote.

Prometo (?) que no volverá a suceder. Pero también te recuerdo que, como dijo Steiner:"prefiero fracasar mejor", e irremediablemente imcumplir mis promesas.

No expondré excusas que nadie crea: sólo se presentó inventario en la empresa, ultimar El Espolón Nº 5 (cogí por banda a Ojito ayer para la portada), mandar colaboración para otra revista, y que hoy sabado en la máñana me tocó currar...y que no me puedo concentrar.

Ahora bien, leído, sí que lo he leído, y rumiado aceptablemente.

Por todo lo cual, y visto y comprobado que no gusto de "escaquearme" con argumentos de poca entidad, solicito mi libre absolución y la absorción de mis pecados.

El siempre a vos agradecido,
lateral y revulsivo.


Un abrazo a todos

jueves, 17 de diciembre de 2009

LA INDEPENDENCIA DE EL ESPOLÓN RESPECTO A DISTINTOS PODERES TÓXICOS: POLÍTICO, RELIGIOSO, ECONÓMICO....(II)

Existe un tercer grupo de poder -el poder más poderoso-, que no predica desde púlpitos -ni altares- ni desde ostentosos escenarios -ni desde campos de fútbol, ni plazas de toros-. Pero no por "padecer" estas carencias, es menos pernicioso para la salud sicosomática de la humanidad (igual de tóxico para la mente que para el cuerpo), y ya saben ustedes a quién estoy presentando...:¡¡AL PODER ECONÓMICO!! (tanto tienes, tanto vales; o, vales tu peso en oro): corporaciones financieras, multinacionales comerciales e industriales, que acaparan - entre unas pocas- la producción mundial de materias primas y alimentos, para dedicarse posteriormente a la especulación. Que consiste en multiplicar por "todo lo posible" su precio y, de esta forma, obtener pingües beneficios en un plazo muy corto de tiempo.


Estas empresas son las responsables, por ejemplo, de que en diez años haya aumentado en 200 millones las personas que sufren HAMBRE en el mundo. Este "superpoderoso" poder es el invitado de honor al Baile de Palacio organizado por el poder político, y otros poderes -todos hipócritas- , como son, los cada vez más manipulados grandes medios de comunicación con el “vertedero de inmundicias” llamado TV a la cabeza (convertido en el 4º poder), Iglesias... A todos ellos les importa "un comino" las necesidades de los ciudadanos, las necesidades del OTRO.

Gandhi, que los conocía perfectamente, supo reflejarlos fielmente en la siguiente frase: “En la Tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”

El humanista Luis Vives (como bien recoge Fernando de Villena en su escrito LA REVOLUCIÓN PACÍFICA) dice de ellos: “todo aquel que tiene más de lo que necesita es un ladrón”.

Finalmente, a las personas y entidades a quienes van dirigidas estos razonamientos y que son los culpables del Hambre e injusticias que se perpetran contra la humanidad, les dedicó Antonio Machado un par de versos que expresan su pensamiento. Porque ellos son la: “MALA GENTE QUE CAMINA Y VA APESTANDO LA TIERRA.”

martes, 15 de diciembre de 2009

LOS CUATRO CULPABLES DEL ESPOLÒN (primera aparición en los medios virtuales: estruendo de aplausos desde el auditorio)

Hola amigos:

Como Ojito no me enseñó todavía a llevar imágenes de un lado a otro, os dejo el enlace con el blog del Espolón. Allí estamos por primera vez -esperemos que no sea la última-  posando los cuatro juntos.
No sé si os creeréis que previo a lanzar cada Nº de la revista probe, me tengo que reunir por separado con ellos; por un lado en Carcabuey y por otro en Priego.
"Asina"  es la vida de los currantes metidos a proyectos de gente ilustrada: a ver si llegamos algún día a serlo.

Clikear aquí debajo:
http://espoloneando.blogspot.com/

Saludos revulsivos, laterales y espoloneados.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Pasajes de Luis García Montero

Recojo el siguiente texto del blog "Literatura en Priego", y ha sido publicado por mi amigo Rafael Pimentel:

Pasajes de Luis García Montero


Hola: Os muestro más abajo dos pasajes escritos por el poeta y ensayista granadino Luis García Montero. Espero que os gusten.

"Estar herido por la literatura convierte a la víctima en un alunado, en un ser que no tiene los pies en la tierra y que resulta poco útil en las batallas de la realidad. Recibir el honor de un alejamiento sistemático de los intereses materiales puede significar una limitación grave cuando, además de mantener conversaciones literarias y de compartir inquietudes filosóficas sobre el carácter azaroso de la existencia, se alberga la ilusión de encontrar un amor de carne y hueso, una llamarada carnal que justifique con sus quemaduras y sus paraísos epidérmicos el posterior lirismo de los versos".


"La felicidad momentánea no es nunca un certificado contra la desilusión y las grietas de futuro, sino una ayuda inesperada, casi biológica, en las estrategias de negociación con la vida".

sábado, 12 de diciembre de 2009

COMENTARIO AL CAP. (2) 27 DE DON QUIJOTE

  
       No rebuznaron de balde el uno y el otro (la otra) alcalde (¡Cómo les gusta dirigir, a estos políticos!)

CAP (2) 27

El morillo Cide Hamete Berenjeno jura en pública audiencia que va a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad (pues como lo cumpla igual que sus paisanos polìticos dirigentes marroquíes en el asunto Haminatu Haidar, ¡vamos “apañaos”!) sobre el caso de Maese Pedro, su retablo y su mono. Pues resulta que Maese Pedro no es ni más ni menos que Ginés de Pasamonte, y que su mono no tiene secretos…:es un mono cualquiera.

Nos recuerda Cervantes que en el cap 1.22 se dio cuenta de la libertad que hizo don Quijote de los galeotes, entre los que se encontraba este desagradecido Ginesillo. Que fue el mismo individuo que hurtó el Rucio a Sancho.¡ Pues vaya con el tal de Pasamonte!, va a pagar todos los platos rotos por Cervantes, quiero decir por su falta de memoria: el burro desaparece y aparece como las aguas en el Guadiana (pido disculpas por abusar una vez más del manido dicho del Guadiana).

“Dice, pues, que bien se acordará, el que hubiere leído la primera parte desta historia, de aquel Ginés de Pasamonte, a quien, entre otros galeotes, dio libertad(…). Este Ginés de Pasamonte, a quien don Quijote llamaba Ginesillo de Parapilla, fue el que hurtó a Sancho Panza el rucio; que, por no haberse puesto el cómo ni el cuándo en la primera parte, por culpa de los impresores, ha dado en qué entender a muchos, que atribuían a poca memoria del autor la falta de emprenta.”

Una vez más, según leemos en el fragmento anterior, Cervantes nos remite a su primera parte del Quijote. Y es que como tuvo bastante fama, vendiéndose como rosquillas, el ilustre Manco se regodea cada vez que le viene a pelo: ya ha renunciado a las novelas interpoladas, tal El curioso impertinente o la historia del cautivo; ahora interpola episodios de su primera parte del Quijote –faltaría más-.

Y ahora me llama la atención la nueva moda o costumbre que el de Lepanto ha tomado de poner a escribir libros a todo el que se le pone a tiro. Si en capítulos anteriores era el primo el que daba manuscritos a la imprenta, ahora es Ginesillo el que escribe, en un gran volumen, su autobiografía: “Este Ginés, pues, temeroso de no ser hallado de la justicia, que le buscaba para castigarle de sus infinitas bellaquerías y delitos, que fueron tantos y tales, que él mismo compuso un gran volumen contándolos”.

Concluidos estos preliminares, hay que decir que, como faltaban aún varios días para que se celebrasen las famosas justas en Zaragoza, nuestra ilustre pareja determinó de solazarse un par de días por la Ribera del Duero…que diga del Ebro (¡en qué estaría yo pensando! Rioja no había, Sábado es…); al tercer día –la vencida, como siempre-…: “anduvo dos días sin acontecerle cosa digna de ponerse en escritura, hasta que al tercero, al subir de una loma, oyó un gran rumor de atambores, de trompetas y arcabuces. Al principio pensó que algún tercio de soldados pasaba por aquella parte, y por verlos picó a Rocinante y subió la loma arriba; y cuando estuvo en la cumbre, vio al pie della, a su parecer, más de docientos hombres armados”

Los doscientos del escuadrón que describe Cervantes son habitantes del pueblo de los regidores-rebuznadores. Portan un estandarte que les identifica porque lleva impresa la imagen de una cabeza de burro en acto de rebuzno, bajo la cual se puede leer el siguiente lema, señal genuina de la idiosincracia de este pueblo: “no rebuznaron en balde el uno y el otro alcalde”

Don Quijote y Sancho se acercan a ellos, ellos no fiándose les rodean; pero don Quijote les tranquiliza con una excelente homilía. Les explica que el uso de las armas no tiene justificación, y menos por niñerías (verbigracia: justificación sí que encontraron-inventaron los tres bandidos –con las patas en la mesa- de las Azores, al más puro estilo Far West). El sermón incluye algún ilustre pasaje bíblico: “que justa no puede haber alguna que lo sea, va derechamente contra la santa ley que profesamos, en la cual se nos manda que hagamos bien a nuestros enemigos y que amemos a los que nos aborrecen; mandamiento que, aunque parece algo dificultoso de cumplir, no lo es sino para aquellos que tienen menos de Dios que del mundo”

Absorto quedó Sancho al escuchar las palabras de su amo: “-El diablo me lleve -dijo a esta sazón Sancho entre sí- si este mi amo no es tólogo; y si no lo es, que lo parece como un güevo a otro.”

No dejó Sancho a su amo continuar el discurso, sino que interrumpiéndole, se dirigió él al auditorio: “-Mi señor don Quijote de la Mancha, que un tiempo se llamó el Caballero de la Triste Figura y ahora se llama el Caballero de los Leones, es un hidalgo muy atentado, que sabe latín y romance como un bachiller…”

Les habló Sancho sobre la tolerancia y el respeto entre los pueblos; del amor al OTRO. Que no se pelearan por niñerías, que él mismo, de jovenzuelo, rebuznaba como los mismos ángeles: Y luego, puesta la mano en las narices, comenzó a rebuznar tan reciamente, que todos los cercanos valles retumbaron.”

Tan prodigioso rebuzno emitido por Sancho, no les hizo ni puñetera gracia a los lugareños, que lo consideraron ofensiva burla y le respondieron con una no menos prodigiosa paliza sobre su acolchado cuerpo. Don Quijote, viendo que llovía sobre él un nublado de piedras, puso pies en polvorosa antes de que las piedras se hicieran polvo sobre su anguloso cuerpo. Cuando los del rebuzno libertaron a Sancho, y éste pudo dar alcance a su amo, don Quijote le espetó: pero Sancho amigo…,¿ no sabías una canción mejor que esa?, mira en qué aprietos me pones. Pero esto ya es tema para el cap. de la semana que viene, el 2. 28

NOTA REVULSIVA:

Muy interesante el archivo que nos ha remitido Jan Puerta sobre la posible identidad del autor del Quijote Apócrifo. Se merece unas palabras de nuestro ínclito profesor Maese Pedro Ojeda: con todo respeto.
Quien tenga ganas de leer puede cliquear en el siguiente enlace:
Cervantes sabía que Pasamonte fue Avellaneda: La Vida de Pasamonte ...
martinjimenez.pdf

domingo, 6 de diciembre de 2009



Mientras llega y no llega Gaiferos, un morillo que le pega al cariñena, empieza a besuquear a Melisendra, que no es nada melindrosa, aunque el beso en los morros del magrebí le hace vomitar a la pobre el potaje del mediodía. (Ficción revulsiva)

CAP. (2) 26

Este comentario pertenece al grupo de lectura del Quijote que coordina y dirige desde La Acequia el profesor D Pedro Ojeda Escudero y ya ha sido publicado en la misma

Se hizo un profundo silencio…, todos en la venta estaban pendientes de escuchar la historia del rapto de Melisendra por unos moros en Zaragoza, y su posterior liberación por el “rácano” y ludópata Gaiferos. Ésta será la trama sobre la que el “misterioso” titerero Maese Pedro basará su representación: “ sacada al pie de la letra de las corónicas francesas y de los romances españoles que andan en boca de las gentes”

Quizás recurre Cervantes, una vez más, al romancero y a los libros de caballerías para satirizarlos. Pero…¡Qué bien los conocía, el “joío”!!. Seguro que mientras los leía no le parecieron tan malos, y posiblemente estuviera bien ”enganchado” a su lectura. Sus éstas previsibles lecturas, me vinieron “a pelo”, para incidir una vez más en la frase que tomé como epígrafe en el cap. anterior:

Ahora digo -dijo a esta sazón don Quijote-, que el que lee mucho y anda mucho, vee mucho y sabe mucho”.

Y es que la frase, es un piropo que Cervantes se adjudica a sí mismo: verdaderamente, el honorable Manco, había leído mucho y se le ve un “chico” ilustrado; pues muchos son los libros de todo tipo…, geografías e historias a los que alude en el transcurso del Quijote. Constatamos, cómo existe un ente (saludos Roberto) denominado Cervantes-Enciclopedia, que aglutina y aloja en su mente, gran parte del saber de antaño y de su tiempo (como el mono del Maese); y cómo lo vuelca con suma pericia en el libro que nos ocupa. Él había recorrido la geografía española, a veces siendo joven acompañando a su familia, y posteriormente como recaudador de impuestos; él había participado en la “más alta batalla que vieron los siglos y, de desgraciado rebote, pasó una temporadita en los nada higiénicos baños de Argel.
Por lo tanto, se dan en Miguel de Cervantes, las dos premisas: el leer y el “veer” o viajar mucho.

Una vez ya metidos en la representación, resulta que Carlomagno es el suegro del “panoli” de Gaiferos. El Emperador le lía la “bulla” al yerno por estar de juegos mientras su hija anda secuestrada por los moros maños. Se “mosquea” el “tranquilo” con el suegro y sale a “calzón quitao” para Zaragoza. Mientras llega y no llega, un morillo que le pega al cariñena, empieza a besuquear a Melisendra, que no es nada melindrosa, aunque el beso en los morros del magrebí le hace vomitar a la pobre el potaje del mediodía.

Allá que llega don Gaiferos a recoger a su, ya no, olvidada amada Melisendra. Ella, que ahora está más ligera por tener el estómago vacío, salta sobre las ancas del caballo de su esposo quien, a galope veloz, coge el camino hacia París.

Continúa el muchacho que hace los diálogos a los títeres diciendo que, la morería una ver percatada de la fuga de Melisendra a lomos de Pegaso, echaron las campanas de las mezquitas al vuelo para alertar de la fuga a todo moro viviente. A lo que don Quijote respondió, que eso no podía ser, que los moros no tienen campanas sino atabales y dulzainas.
Lo cual oído por Maese Pedro, dijo que no se debería de fijar don Quijote en tantas niñerías ni llevar las cosas tan a rajatabla; más añadió: "¿no se representan por ahí, casi de ordinario, mil comedias llenas de mil impropiedades y disparates, y, con todo eso, corren felicísimamente su carrera, y se escuchan no sólo con aplauso, sino con admiración y todo?.
-Así es la verdad -replicó don Quijote."
Nótese en esta observación hecha por Maese Pedro a don Quijote y aprobada por éste, el leve lamento de Cervantes por un género, el teatral, por el que nunca pudo ser reconocido. En cambio otros autores pareciese ser que, con un mínimo esfuerzo, conseguían la fama y el reconocimiento de sus, en algunos casos, endebles obras.

Continúa el mozo con el relato de la fuga diciendo que toda la caballería morisca sale en persecución de los católicos amantes, y que mucho se temía que le darían alcance y que luego: "los han de volver atados a la cola de su mismo caballo, que sería un horrendo escarnio".

Al oir esto don Quijote, empezó a echar azufre ardiendo por las orejas, y, cual dragón enfurecido, fuego por la boca; y sin mediar palabra con los actores, actrices ni espectadores, desenvainó su espada: "y de un brinco se puso junto al retablo, y, con acelerada y nunca vista furia, comenzó a llover cuchilladas sobre la titerera morisma, derribando a unos, descabezando a otros...".

Concluida la escabechina, todos miraban atónitos el estropicio que don Quijote había causado. Maese Pedro se lamentaba por el daño recibido: "...y agora me veo desolado y abatido, pobre y mendigo,y, sobre todo, sin mi mono...". "Enternecióse Sancho Panza con las razones de Maese Pedro, y díjole:-no llores Maese Pedro, ni te lamentes, que me quiebras el corazón...".
 Sancho le asegura a Maese Pedro que su amo le va a pagar todos los "tiestos rotos", porque su amo es muy cristiano y escrupuloso (cosa rara en estos creyentes que quieren para ellos lo propio y lo ajeno); don Quijote acepta condenarse en costas y apoquinar. De esta forma inician la tasación de los desperfectos: que si éste vale tres cuartos, que si el otro cuatro menos cuarto, si el de más allá medio y mitad...; hasta que toca la valoración en daños de Melisendra, la que se encuentra con mermas en la vista y el olfato, o sea, sin narices y con un ojo menos.
Protesta don Quijote, porque, cómo ha de cobrarle por Melisendra si ella ha de estar ya en Paris de la Francia, holgándose con su esposo a pierna suelta.
- ¡Me quieres dar gato por liebre "presentándome aquí a Melisendra desnarigada"!!, le replicó el hidalgo a Maese Pedro.
 Notando éste cómo don Quijote "izquierdeaba y que volvía a su primer tema". ¿Quiere esto decir que los que gustan de políticas de izquierdas están algo -o mucho- locos?. Yo había escuchado decir lo de que "el que de joven no es de izquierdas, no tiene corazón; y el que de mayor no es de derechas, no tiene cerebro".
 Ya veremos, al final del libro, cómo cuando don Quijote recobra el cerebro -la razón-, irremediablemente... muere. Izquierdeó hasta la muerte: y es que nuestro hidalgo se dedicó a hacer, lo que hoy se llamarían "Políticas Sociales".
 Aparte de este pequeño incidente de”izquierdeo”, no hubo ningún atranque más entre ellos; incluso le entregó don Quijote al damnificado dos reales para la búsqueda del mono, aunque parece que los empleó, según algunos indicios, en "coger la mona”: durmió borrachito..., y olvidó.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

LA REVOLUCIÓN PACÍFICA: POR FERNANDO DE VILLENA

¡¡ALTO, UN MOMENTO!!

SI NO TENÉIS IMPRESORA..., LEEDLO EN PANTALLA: MERECE LA PENA.

Estimados amigos:

Publico el siguiente discurso que fue pronunciado por Fernando de Villena con motivo  de unas jornadas organizadas por LA UNESCO.
Estuve pensando, dado su extensiòn, en haberlo publicado en dos entradas; pero me ha gustado tanto que pienso que a vosotros os gustarà igual que a mì. Por ello lo publico ìntegro.

Yo lo imprimì y lo leì despuès  tranquilo en casa; ahora lo guardo en un lugar privilegiado, reservado a los grandes escritos.

LA REVOLUCIÓN PACÍFICA

En algún lugar leí que la lengua española poseía bastantes sustantivos que no expresaban realidades sino aspiraciones a ciertas realidades. Me refiero a términos como “felicidad”, “sabiduría” o “justicia”.


Muy a menudo me he preguntado si la palabra “paz” pertenece o no a este género de vocablos. O, dicho de otra manera: después de examinar la historia de la Humanidad siglo tras siglo, una historia de guerras sobre guerras y cada una de ellas más terrible que las anteriores, me pregunto si el concepto de paz no será en sí mismo una ilusión imposible, una quimera o, a lo sumo, el espacio de tiempo entre dos guerras.



En el prólogo de la “Celestina”, Fernando de Rojas, citando a Heráclito y, sobre todo a Petrarca, nos explica que “todas las cosas deben ser criadas a manera de contienda o batalla” y que los astros, los animales y los seres humanos se hallan siempre en constante guerra.



Cierto que la naturaleza nos enseña como cada animal lucha por la supervivencia suya y la de sus cachorros y a menudo mata para procurar su manutención. Cierto que cada especie posee sus propias armas y estrategias de ataque o defensivas, pero en el reino animal, a diferencia de lo que ocurre con los seres humanos, no existe la codicia ni la ambición. Ni siquiera entre las industriosas hormigas, que durante el tiempo bueno almacenan pacientemente para el largo invierno, existe esa oscura pasión de poseer más de lo preciso, pues entre ellas reina la concordia y el bien de cada una es el bien de la comunidad.



El humanista Luis Vives afirmaba tajantemente que “todo aquel que tiene más de lo que necesita es un ladrón”. El problema radica en que los hombres nos estamos creando nuevas necesidades de forma constante. Mis viajes a naciones del tercer mundo me han enseñado que se puede vivir con muy poco, casi con nada, y no por ello se es menos dichoso. Diría más: esas personas, siempre con la sonrisa en los labios, esos seres humanos que cuentan sólo con lo imprescindible, se encuentran más cerca de la felicidad que nosotros, los epulones, los hartos en el festín de este mundo. Y por supuesto: nuestra hartura se sustenta de sus privaciones y de su explotación. La historia de la Humanidad es la historia del abuso de unos hombres sobre otros y el brutal neocolonialismo que hoy padecemos constituye sólo el último horror, el postrer eslabón en esa cadena gigantesca de iniquidades y desmanes.



Cuando yo contaba sólo ocho o diez años, este país era mucho más pobre, pero la solidaridad entre los españoles de entonces haría avergonzarse a los de ahora. La abundancia corrompe nuestros ánimos y nos hace creernos con derecho a todo, incluso a pisotear a los demás. Y los deseos humanos, como el tonel de las Danaidas, no tienen fondo.



En las escuelas se nos ha enseñado a respetar el nombre de Alejandro Magno, el de César, el de Carlos V y los de tantos otros cuyas ambiciones llevaron a la muerte a miles y miles de personas. Grandes libros me parecen “La Iliada”, “La Eneida”, “El cantar de Roldán” o “El Poema de Mío Cid”, pero todos ellos suponen una glorificación de la guerra. Y si examinamos el cine y la televisión actuales comprobaremos que la violencia es el ingrediente primero de la mayoría de los programas. De manera ingenua, yo supuse que la posición que, con toda justicia, día a día va ganando la mujer en nuestra sociedad, iba a reducir o desterrar esta lepra de nuestro mundo, pero las numerosas “damas de hierro” de la política contemporánea – Margaret Thacher, Ángela Merkel, Condeleezza Rice, Sarah Palin, etc.- me han puesto en claro que estaba equivocado. La ambición y la indiferencia ante la fragilidad humana no conocen sexos ni edades ni límites.



Pocos cineastas han analizado con tanta pericia como Sam Peckimpach el tema de la violencia. Su película “Grupo salvaje” arranca con las imágenes de unos niños que disfrutan quemando a un escorpión. En muchos lugares del mundo constituyen un entretenimiento las sangrientas peleas de gallos, de perros o incluso de hombres. ¿Cómo puede considerarse el boxeo un deporte más? ¿Cómo puede la gente pagar para ver como se destrozan dos personas? Y si vuelvo sobre la Historia, ¿qué horrores no podría contar? Baste leer en “Guerra de Granada” de Hurtado de Mendoza la sentencia que se aplicó a Abén Aboo, el último rey de los moriscos, a quien despedazaron y dieron el cuerpo lleno de paja a los muchachos para que jugasen con él, conservando eso sí, a los ojos de todos en la granadina plaza de Bib-Rambla, la cabeza en una jaula para público escarmiento.



En el libro que escribió Jacques de Coutré para dar cuenta de su propia vida y de sus andanzas, leemos, por ejemplo, páginas como ésta donde todo lo que se nos dice no es cuento o novela sino que sucedió realmente:



“También vi mandar freír y hazer varias justicias a veynte ocho niñas de edad de ocho años cada una, y juntamente a una vieja y a un hombre tuerto. Era lastimoso espectáculo. Primero sacaron a cada una un ojo, después les desollaron las manos y sacaron las uñas; dallí a un rato les cortaron un pedazo de lomo y se lo metieron en sus propias bocas. Después los freyeron poquito a poquito cada uno en su sartén para que penassen despacio hasta morirse”.



Al parecer, la cusa de estos tormentos fue que una de las niñas, sin saber lo que hacía, entregó la llave del tesoro real a la vieja.



En la conquista española de América no faltan otros ejemplos de crueldad extrema. como aquellas atrocidades que López de Gomara nos cuenta de Vasco Núñez de Balboa y sus perros alanos que despedazaban a los indios antes de quemarlos, en especial a los que practicaban la sodomía. Curiosamente, el historiador nos ha dejado incluso el nombre de dos de aquellos feroces canes que se ganaban su paga como si fuesen soldados: Becerrillo y Leoncillo.



Y más cerca en el tiempo recordamos la matanza de españoles por las huestes de Abdel krim en Monte Arruit donde sus cadáveres fueron hallados con sus propios órganos genitales en las bocas o las de los judíos a manos de los nazis, o las de los palestinos a manos del ejercito israelí. Como podemos comprobar, las torturas de Abu Graib o las de Guantánamo son sólo algunos de los últimos capítulos de la iniquidad humana.



¿Es connatural en el hombre la crueldad? Yo creo que sí; la escena antes referida de los niños quemando el escorpión viene a decírnoslo. Pero la grandeza de ser hombre o mujer radica precisamente en derrotar algunos de los instintos negativos que anidan en nuestro interior. Para ser uno mismo hace falta ser vencedor de uno mismo. Pero así en lo privado como en lo público existen muchísimos caminos fáciles que nos guían hacia la violencia.



Durante el largo periodo que padecí obligatoriamente en la Academia militar de Segovia, cada mañana me detenía ante una máxima latina que en broncíneas letras destacaba sobre un muro: SI VIS PACEM PARA BELLUM”. “Si deseas la paz, prepara la guerra”; ésta ha sido la idea que ha dominado a la Humanidad siglo tras siglo: la paz sólo será posible si se nos teme. Cuanto mayor sea nuestro arsenal, más seguros estaremos. La llamada guerra fría, por ejemplo, no fue una guerra abierta gracias al equilibrio de fuerzas o sea a la magnitud de los respectivos arsenales soviético y estadounidense. Y ahora Irán se obstina en conseguir armamento nuclear para no sufrir un destino análogo al padecido por Iraq. Todo esto me parece terrible, pero, ¿existe otra posible visión de las cosas?



Cuando cayó el muro de Berlín y el bloque comunista se desmoronó, las miradas de todas las gentes de bien estuvieron atentas, expectantes, ilusionadas, pero no tardó en aparecer un horror más fuerte aún que el de la guerra fría: el Neocapitalismo. Había nacido un nuevo imperio universal con un lenguaje tan hipócrita como el de todos los anteriores y con unos fines idénticos: sojuzgar al individuo, convertirlo en esclavo de una pequeña élite.



Los políticos de todos los tiempos se han llenado la boca con palabras grandilocuentes, pero su único fin consiste en mantenerse como capataces de esta gran plantación llena de esclavos que es y ha sido siempre el mundo.



Soy profesor de instituto y por orden gubernamental se nos impone la celebración de una fiesta llamada “El día de la paz”. Alumnos y profesores recitamos poemas alusivos a la misma; se sueltan globos blancos e incluso palomas; se escuchan canciones de conocidos pacifistas como John Lenon… Y, sin embargo, ese mismo gobierno que nos exige la celebración de la fiesta de la paz, vende armamento, a veces incluso minas antipersonales, a los países del tercer mundo, países donde a menudo no se respetan los derechos humanos, y a su vez compra más armamento a los gobiernos de otras naciones no menos tiznados de hipocresía.



La misma palabra “democracia”, que siempre está en la boca de cualquier político actual, supone una gran mentira. Este verano viajé a la India donde millones de persones sobreviven o sobremueren entre montañas de basura y charcas de negra inmundicia. Hoy acá y mañana allá, aquellos son sus territorios. Allí nacen, comen, se reproducen, defecan, sueñan y mueren. Sin posibilidades de educación ni de asistencia médica, la mayor parte de ellos no llegan a cumplir los ocho años. ¿Quién ha censado a todos estos hijos de la miseria? ¿Quiénes de los que alcanzan la mayoría de edad acuden a votar? ¿Cómo sabe el gobierno democrático de la India quiénes nacen y quiénes mueren si muchos de ellos no cuentan ni siquiera con una chabola? Yo los he visto tiritando de hambre, moribundos, sin otro anhelo ya que el de pasar a otra reencarnación, y he visto a los jeques y a los multimillonarios en los jardines del Taj Majal Palace. Y sé que ésta es una de las naciones de economía emergente hasta el punto de ser ella la que compró la mitad del oro del banco de España sólo un mes antes de que estallase la crisis que hoy asuela el planeta. Sin embargo, el gasto social del gobierno indio no se ve por parte alguna.



Pero vengamos a la civilizada Europa o a los Estados Unidos de Norteamérica. Nuestras perfectas democracias también me parecen de cartón piedra. Los partidos políticos de izquierdas y derechas son los brazos de un mismo cuerpo, el gran capital, y que ganen las unas o las otras no depende apenas de lo que el país quiera o necesite sino del dinero invertido en la campaña: quien más tiene, puede engañar más y mejor.



Los medios de comunicación y su extraordinario desarrollo en el siglo XX y en lo que llevamos del XXI han representado un arma potentísima utilizada por los políticos para sus fines. Resulta patético descubrir la lucha por el control de esos medios de comunicación y ver como intentan hacernos populares y simpáticos a esos personajes cuyas miras no tienen más límites que los de su ambición. Es curioso observarlos sonrientes y seguros de sí mismos en los foros económicos internacionales, siempre en connivencia con los banqueros. Allá se reparte la miseria o la prosperidad de los reinos de este mundo mientras en las calles, los policías, nuevos pretorianos, golpean y matan a veces a algunos jóvenes que gritan contra la globalización y contra algunos de sus horrores como el de usar para combustible las semillas que aliviaban parte de la hambruna de los países pobres.



Pero los medios de comunicación, que podrían servir para llevar la cultura al pueblo, son también utilizados para la estupidización de las masas, para conseguir, en suma, que los individuos no posean espíritu crítico.



La verdadera democracia no fue posible ni en los pequeños estados de la Grecia clásica, pues en ellos existía la esclavitud. En la Edad Moderna la reinventó para sus propios fines la astuta Inglaterra que, además, supo exportarla, pero no nos engañemos: este sistema no garantiza la libertad individual ni tampoco es igualitario; sólo se basa en apariencias de libertad. Las personas creen tener capacidad decisoria para elegir entre A y B, pero el abecedario posee otras muchas letras. O sea: los votantes consideran que están eligiendo su propia opción, pero previamente les han lavado el cerebro.



Nos aseguran que éste es el mejor régimen posible. Por supuesto, yo lo prefiero a todas las dictaduras, pero, ¿no nos encontramos ante otro modo más sutil de dictadura? ¿Por qué cerrarnos a la idea de que no es posible otro sistema? Porque no intentar inventarlo o construirlo? Miremos más allá de la ideología de nuestra propia época. Un nuevo orden mundial puede estar en puertas.



Hasta este momento he hablado del horror, de la codicia de los poderosos, del germen de crueldad que existe en el interior de las personas y que es necesario vencer, de la monstruosidad del capitalismo desmedido y la globalización…, pero ahora descubriré de todo ello una nueva perspectiva.



Cuando el entonces presidente del gobierno de España se empeñó en meternos en la guerra de Irak, una guerra a todas luces injusta que costó y aún sigue costando muchísimos miles de vidas (un ejemplo palmario del abuso de algunas naciones poderosas sobre otras más débiles), cuando en los periódicos de todo el mundo apareció la fotografía de los tres mandatarios –el americano, el inglés y el español- en las Azores, toda la gente de bien de nuestro país salió a la calle para protestar airadamente. Y otro tanto sucedía en casi todos los países del mundo. Yo fui uno más de los manifestantes que gritaron contra la guerra en aquel momento histórico trascendental. Y vi como los obreros iban codo con codo de los sacerdotes y las monjas y a los estudiantes unidos a los ancianos. Allí no existían ya izquierdas ni derechas, sino solidaridad colectiva. Fue la mayor marea humana que recuerdo y una de las experiencias más emocionantes de mi vida. ¿Pero, por qué? –Me he preguntado muchas veces.



Sencillamente, porque estaba asistiendo –ahora lo sé con certeza- al nacimiento de una sociedad nueva supranacional regida por la solidaridad. Se trataba de la primera señal o vislumbre de algo maravilloso que aún está en el porvenir: algo así como una globalización positiva. La utopía de tantos filántropos a través de los siglos alcanzaba ahora visos de realidad precisamente por reacción contra el abuso de los poderosos. Era posible otro orden de cosas presidido por la fraternidad, esa hija de la revolución siempre olvidada y preterida.



En los días previos a la segunda guerra mundial, Leonard Woolf, con verdadera lucidez, declaraba que “la amenaza esencial de la civilización no residía tanto en la atrocidad de los bárbaros como en la desunión entre la gente civilizada”. Hoy esa desunión está desapareciendo.



Hace unos meses, cuando Barack Obama fue proclamado presidente de los Estados Unidos, millones y millones de personas lo celebraron llenos de esperanza en un mundo mejor. Ahí estaba de nuevo esa multitud dispuesta a apostar por la solidaridad, por la tolerancia y por la paz. Pero, desafortunadamente, en esta ocasión todos se equivocaban. Los políticos, con independencia de que representen a las derechas o a las izquierdas, nunca pueden ser la solución. Y no pueden serlo sencillamente porque están hipotecados con quienes financiaron su campaña electoral, o sea con el capitalismo feroz. El presidente Obama puede ir de acá hacia allá lleno de hermosas palabras y gestos de buena voluntad, pero no va a arreglar nada. Respecto a la problemática de Oriente Medio, por ejemplo, no podrá detener los asentamientos judíos en Cisjordania ni muchísimo menos conseguirá la creación de los dos estados. No podrá hacerlo porque a Israel (al menos al ochenta por ciento de los israelitas con derecho a voto) no le interesa. Y, claro está, Israel cuenta con el apoyo absoluto de los mandatarios mundiales del sistema capitalista: esos anónimos personajes que constituyen el consejo ejecutivo del Fondo Monetario Internacional.



¡No! Un político nunca puede ser la solución, puesto que se trata sólo de un capataz de los verdaderos amos.



Quienes únicamente pueden imponer un orden mundial nuevo basado en los ideales de la revolución francesa (igualdad, libertad y fraternidad) son los individuos o más concretamente la suma de los individuos. Ya Marx pedía a los proletarios de todas las naciones que se uniesen, pero de la caída de los regímenes comunistas tenemos que aprender ahora la lección. No sólo es necesario unirse sino también impedir todo sometimiento dictatorial e impedirlo sin usar la violencia. Hablo de una revolución pacífica. Gandhi nos enseñó el camino: la resistencia pasiva. ¡Cuántos abusos pueden corregirse, por ejemplo, boicoteando el uso de ciertos productos! ¡Qué maravilla disponer de internet para poner de acuerdo a las multitudes!



Una paz impuesta por las armas no tiene futuro. ¿Cuánto duró, en realidad, la paz augustea? ¿Cuántas generaciones serán necesarias en Gaza o en los Balcanes o en Irak para que se apague el odio?



Yo soy optimista porque compruebo que día a día crece el número de los comprometidos con esa revolución pacífica, aumentan las oenegés y cada vez al gran capital le resultan más difíciles sus manipulaciones y ocultamientos porque continuamente aparecen voces nuevas que denuncian y nuevos valientes que ante los foros económicos mundiales se dejan arrastrar por los nuevos pretorianos.



Es necesario poseer espíritu crítico y enseñar a los demás a tenerlo y cada cual puede hacer mucho desde su puesto en la sociedad. El que es profesor, lo hará con sus alumnos; el que es obrero, con sus compañeros de trabajo; el periodista, siendo fiel a la verdad… Espíritu crítico y solidaridad: he ahí los pilares sobre los que debe asentarse la revolución pacífica, una revolución que ya cuenta con magníficos precursores como Noam Chomsky o Ernesto Sábato, una revolución que ya está en marcha y que nadie podrá detener.

Fernando de Villena.

NOTA REVULSIVA:

Olvidè poner una reseña sobre la vida y obra de Fernando de Villena, aunque claro està, cualquiera la puede obtener en un plis plas vìa Internet:

FERNANDO DE VILLENA


Nació en Granada el 8 de noviembre de 1956 escritor español y miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada.

Es Doctor de Filología Hispánica por la Universidad de Granada, con una tesis sobre el escritor cordobés del siglo XII Luis Carrillo de Sotomayor. Reside actualmente en granada donde es profesor de Lengua y Literatura, ha publicado más de doce libros de narrativa, entre los que destaca la novela El hombre que delató a Lorca, varios libros de crítica literaria y poemarios. Su obra poética nace influida por la belleza y perfección formal del Siglo de Oro (Pensil de rimas celestes, Soledades II y IV y Damas Reales) para abrirse más tarde a influencias contemporáneas. Cada uno de sus libros es una aventura distinta, unidos por el culto a la palabra, el amor al pasado, el gusto por las imágenes nuevas y por el color, la emoción por la naturaleza, y sobre todo por la búsqueda de lo bello y lo misterioso.

Ha recibido numerosos premios, como el Ibn Gabirol convocado por el Centro de la Generación del 27 de la Diputación de Málaga. En 2009 ha obtenido el XV Premio Andaluz de la Crítica Literaria concedido por la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios, por la obra “El testigo de los tiempos

ÑIÑA QUE HABLÓ ANTE LA O.N.U.